Para los no tan millennials como yo, la derrota de ayer a manos de Venezuela trajo, inevitablemente, el recuerdo de ese muy amargo vino tinto que significó la primera derrota de Chile ante los llaneros por 0-2 en aquella paupérrima noche en el Estadio Nacional en el marco de las clasificatorias para el mundial de Corea-Japón 2002, es decir, 18 años atrás (y bajo la conducción de Pedro García como director técnico).
Si bien sería injusto juzgar a Reinaldo Rueda solo por el cometido y resultado negativo del partido contra Venezuela, donde Chile perdió por primera vez en Caracas por eliminatorias mundialistas, sí preocupa, en extremo, el funcionamiento que viene teniendo La Roja en el comienzo de estas clasificatorias luego de estos 4 partidos disputados así como las proyecciones que se pueden realizar para el futuro.
Y es que la realidad indica que todavía no existe un equipo ni esquema bien determinado ni claro, una identidad de juego definida, una intensidad mínima requerida para afrontar partidos de alto calibre ni la convicción necesaria desde la banca para obtener resultados positivos. Al contrario, la tendencia apunta a un equipo extremadamente improvisado, dependiente de altos rendimientos individuales, colectivamente muy previsible y con poco convencimiento en el proceso: en tres de los cuatro partidos se perdió (Uruguay y Venezuela) o se empató (Colombia) en el tramo final del segundo tiempo.
Y si bien Reinaldo Rueda tiene un CV y prestigio bastante más respetable que Pedro García, simplemente creo que no es la persona idónea para el cargo por el simple hecho de que identificó rendimientos individuales y sobre todo colectivos muy bajos e irregulares. Como muy bien dice una máxima en el mundo del fútbol, “un Director Técnico es el que lleva al jugador más allá de dónde puede llegar solo”, y personalmente no logro identificar un solo jugador que realmente haya crecido o rendido más allá de sus capacidades previas durante el proceso del entrenador colombiano.
Es cierto que en contra le juega el declive de rendimiento en jugadores claves de la Generación Dorada y que fue contratado para liderar el recambio. Sin embargo, me niego rotundamente a pensar que como fuerza colectiva podamos ofrecer un rendimiento tan irregular, tan pobre, tan temeroso y tan especulativo. Reinaldo Rueda en vez de potenciar al jugador para encontrar esa respuesta extraordinaria que se requiere (y más que antes), ha logrado justo lo contrario, que es contagiar al equipo de incertidumbre, pragmatismo y miedo, es decir, atributos antagónicos a los cuales nos hicieron crecer tanto como selección y lograr posicionarnos en la elite mundial.
¿Tiene entonces Don Reinaldo que salir de la banca de la selección chilena?: Sí, por el simple hecho de que jugando a lo Rueda y dejando tantas variables al azar, simplemente no nos va a alcanzar en unas eliminatorias donde de 4 cupos y medio disponibles, Brasil y Argentina clasificarán (Uruguay muy probablemente también), quedando ese cupo y medio donde Ecuador y Paraguay vienen crecidos y donde países como Colombia o Perú pueden recuperarse.