La difícil etapa que vivió el arquero de Palestino Cristián Guerra

Una dura depresión, un micro accidente cerebrovascular e innumerable problemas hicieron que la vida del arquero de Palestino, Cristián Guerra, pensara en dejar el fútbol.

En entrevista con AS Chile, el golero se sinceró sobre su presente y aseguró que “hoy voy con ganas a entrenar. Hace tiempo que no tenía tantas ganas de levantarme temprano para ir a entrenar y después no querer volver. Palestino me hizo muy bien”.

A fines de octubre de 2019, Guerra terminaba su vínculo con Unión Española donde no salió muy bien. “Me quedaba un año, pero decidí que me dejaran libre y no me pagaron nada, ni un día de vacaciones. Lo hablé con mi esposa para saber qué haríamos, y ella me dijo que prefería mil veces que estuviera sin ni un peso a que siga en la depresión que tuve”.

Entonces pensó en dejar el fútbol…

– Sí. Muy pocas fueron las palabras en mi cabeza respecto a que lo iba a lograr (consolidarse). Pensé en retirarme cuando tenía 23 años, a los 25, y veía que luchaba para tener la chance de jugar y ves que pasan muchas cosas. Juegan personas que no deberían jugar, los DT tienen sus preferencias y así ha sido a lo largo del fútbol, no es algo que esté inventando. Es muy difícil luchar sin ver algo a cambio.

¿Cómo afrontó mentalmente la espera de una oportunidad tanto en Unión como en Palestino?

– Yo llegué muy chico, me crié con la gente de la pensión, pero te digo que es fácil llegar pero muy difícil mantenerse. Estuve casi ocho años de segundo o tercer arquero. En el 2018 pude jugar, pero al final logré mantenerme por mi familia en los últimos tres años. El apoyo familiar me sostuvo.

¿En Unión estaba resignado?

– Ahí fue donde más mal lo pasé. Me levantaba para ir a cumplir con las horas de trabajo. No tenía ese entusiasmo, estaba desencantado del fútbol e iba porque a fin de mes tenía que recibir mi sueldo. Era un trabajo y nada más.

¿Esta situación lo llevó a sufrir depresión?

– Sí. Siento que desde que leí el libro “Una vida demasiada corta”, que relata la vida del ex portero Robert Enke que se suicidó en 2009, pude ventilarlo más, darlo a conocer y que la gente no juzgue por eso. Antes no se podía acceder a tanta información. Antes cuando tenías depresión te miraban como un bicho raro. La primera vez que tuve depresión fue por el tema de mi hija, por la custodia de ella, cuando me volaron ocho dientes contra O’Higgins también caí en depresión, estuve mucho tiempo en tratamiento, medicado. No me da vergüenza ni miedo contar esto. Leer ese libro me dio la tranquilidad de hablarlo, ya que Robert Enke nunca lo pudo hablar y terminó suicidándose.

¿Se sintió apuntado en el medio?

– Dentro del fútbol a mí me decían loco. Unos porque a los arqueros nos dicen así, pero muchos otros creen que la gente que necesita ayuda de un psicólogo está loca, vienen con esa crianza. Es poca gente que te lo dice, pero hay. Cada vez que tuve estos episodios pude salir. A veces me medicaban y no podía ir a entrenar o manejar. Si no era por mi esposa no podía ir a entrenar. El club te toma como una herramienta y tienes que cumplir. Así debería ser, pero también están estas personas que tu agradeces conocer. Me pasó con Martín (Palermo) y el Pato Abbondanzieri. Eran personas muy grandes. Se preocupaban más de la persona que del jugador. Recuerdo el primer partido que me citó Martín como segundo arquero, me dio un micro accidente cerebrovascular y ellos no estaban preocupados de por qué no estaba en el banco sino de que estuviese bien en la clínica. Ahí te vas dando cuenta que son personas totalmente distintas.

¿Cómo afrontó estas etapas de su vida?

– Es algo muy difícil de llevar y de aceptar la ayuda de alguien. No quería entrenar, levantarme, salir de la pieza. Eso sí no tenía la negación respecto a padecerlo.

¿Se sintió solo?

– No, porque estaba con mi familia, pero tuve esa sensación… me acuerdo que estaba (Johnny) Ashwell en ese momento (en Unión) y le dije ‘ayúdame porque tengo un problema con mi hija’ y me dijo ‘es que ese no es mi problema’, entonces que alguien me diga eso, para mí, no es persona más allá de que sea el gerente. A mi hija la operaban del corazón por una cardiopatía congénita y ahí pedí ayuda y me dijo ‘no es mi problema que hayas tenido una hija’, entonces es bien complicado. Más allá que sea un gerente que quiera ahorrar plata para el club, es bien chocante. Fui papá joven y fue un tema muy grande. Entre comillas eran las personas que uno necesitaba como apoyo y no lo hicieron. Me marcó de mala forma eso, pero después me pude reponer gracias a mi familia. Con mi hija hoy está todo bien, está sana, nunca más la tuvieron que operar.

¿Lo que vivió le hizo tener una mala opinión de la industria?

– Nunca he tenido una mala opinión respecto al fútbol, pero si me hubieran explicado a los 13 o 15 años cómo es realmente el fútbol, no sé si me hubiese dedicado a esto. No te dicen que si tomas este camino vas a perder a muchos amigos, tu niñez, tu juventud, por otras prioridades. Muchas veces tienes que concentrar y tus amigos están carreteando. Cada vez se juega menos por amor al fútbol. En mi pueblo jugaba todos los días a la pelota y ahora ver a alguien jugando es muy difícil.

Su nueva vida en Palestino

Actualmente, Guerra volvió a disfrutar. Palestino le brindó la oportunidad y el arquero se siente renovado. Sabe que la competencia con Gastón Guruceaga es dura, pero lo motiva que el uruguayo tenga una edad similar (25 años).

“A diferencia del club en el que estuve anteriormente, esto es sobre cómo esté uno entrenando y cómo se den los resultados, no siento que el arco lo tenga asegurado ni Gastón lo piensa. Es lo que nos da Ivo (Basay): pone al que está jugando mejor”.

¿Cuáles son sus metas?

– En lo personal quiero consolidarme ya que todavía siento que es algo de semana a semana. Tengo a un arquero al lado con muchas condiciones y que tiene las mismas posibilidades de jugar que yo. El DT así lo transmite y eso es muy bueno para mí.

 ¿Y la del plantel?

– Grupalmente, lo primordial es entrar a una copa.

Reinaldo Rueda constantemente mira a jugadores de todos los clubes. ¿Le ilusiona un llamado a la Roja?

– Hasta que no me consolide siento que no sería óptimo ilusionarme. Creo que tengo que quemar esta etapa y después ponérselo como meta. Hay que quemar de a poco los cartuchos.

Créditos entrevista: AS Chile

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