Muy pocas veces en nuestro alicaído pero querido fútbol chileno se han dado desenlaces de tintes tan épicos, y menos aún en torneos internacionales, como lo fue la clasificación de Universidad Católica a la Copa Sudamericana.
Y es que sucedió una de esas situaciones que hacen que el fútbol sea el deporte, y quizá arte, más lindo del mundo. Una de esas situaciones que varias veces les acontecen a los equipos o selección chilena, pero esta vez a favor.
Cuesta hacer el ejercicio de intentar recordar otra situación tan extrema y adrenalínica de clasificación que haya involucrado un equipo chileno en ella. Y es que lo que sucedió el jueves en realidad fue una situación digna de una epicidad al más puro estilo de las gestas de ‘Nico’ Massú, los triunfos en la NBA cuando el tiempo ya está parado o del aclamado Fergie Time cuando Manchester ganaba sus partidos en el tiempo extra del tiempo extra, muchas veces remando desde atrás.
Y ahí está Católica, justificando el nivel de juego mostrado durante la fase de grupos de la Copa Libertadores, donde fue capaz de imponerse ante los gigantes de Gremio e Internacional como local, además de ser superior a América de Cali en ambos partidos.
¿Consuelo de mediocres? ¡No! Tomando en consideración el pobre nivel de la liga chilena en comparación con la Copa Libertadores. Menos aún considerando la historia reciente cada vez más lamentable de equipos chilenos en competiciones internacionales. Sin ir más lejos veamos cómo le fue a Colo Colo en esta última participación Internacional: tercera peor participación histórica en el torneo continental con 6 puntos.
Por último, lo de Católica es un premio a la persistencia de un proyecto que debe ser reforzado y compartido por el resto de los clubes chilenos, partiendo por mejorar el nivel del campeonato nacional, así como también una lección a los hinchas de que en la vida nada está perdido mientras se luche, y que después de la tormenta, viene el Sol.