Un verdadero alivio significó ver, ante Argentina, la versión oficial del Chile de Martín Lasarte y comenzar a dejar finalmente atrás ese nefasto “legado” de Reinaldo Rueda al mando de la selección, donde dejó una muy pobre imagen de principio a fin de su proceso, coronada por aquella lamentable derrota ante Venezuela.
Se consiguió un punto meritorio, además viniendo desde atrás ante un rival que tiene un amplio historial a su favor. Ahora, contra Bolivia, es el turno de Chile de imponer sus términos históricos ante un rival que viene crecido después de su clara victoria sobre Venezuela en La Paz, su nueva condición de antepenúltimo, a sólo 1 punto de Chile y que cuenta con el goleador exclusivo de las eliminatorias con 5 goles.
Mucho significó, además, ese último partido eliminatorio, jugado en La Paz, el cual fue parte fundamental de la debacle que vivió Chile en la recta final de aquellas eliminatorias cuando perdió una clasificación que tenía virtualmente enrielada al mundial de Rusia 2018. Esa vez una eliminada Bolivia celebró aquella victoria como quien consigue un título, una clasificación.
Así las cosas, un partido que a Chile le favorece ampliamente en el historial, encuentra a una Bolivia crecida y radiante de optimismo, con deseo expreso de clasificar a un mundial después de 28 años y por qué no, ganarle a Chile en condición de visita por primera vez en la historia en contexto de eliminatorias sudamericanas.
Ya más aquietadas las aguas luego de aquella derrota ante Venezuela, la renuncia de Rueda y esa insufrible danza de técnicos que sonaron para La Roja, es momento de confirmar esa alza espiritual del punto conseguido en Argentina enfrentando este partido como corresponde; lo que para los bolivianos es un verdadero clásico por el cual se desviven, para Chile significa una obligación histórica, moral y deportiva ganar esta noche en San Carlos de Apoquindo, ya que de no hacerlo se comenzarán a desvanecer seriamente las opciones de clasificar a Qatar 2020.
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